Desde la popularización de internet entre los usuarios, las estrategias tradicionales para generar reputación a las marcas, como la presencia en medios de comunicación, publicidad o el fomento del boca a boca, empezaron a competir con nuevos formatos con la misma capacidad de influir en el público pero de una forma mucho más imprevisible y caótica, algunos ejemplos de ellos son los blogs personales, reseñas, tuits o comentando en noticias y redes sociales. De repente todo el mundo ha adquirido la capacidad de crear contenido recomendando o desaconsejando un producto o servicio, generando una capacidad de influir en la reputación de las marcas por parte del usuario nunca antes vista en la historia.
Youtubers, influencers y consumidores de productos ahora también son líderes de opinión a los ojos del resto de usuarios, que además atribuyen a sus relatos una gran credibilidad, independientemente de su experiencia, relevancia o la subjetividad de su trabajo. Los nuevos canales de comunicación participan en la construcción del imaginario de reputación de las marcas exactamente igual que lo hacían los medios tradicionales, no cabe duda que han conseguido democratizar la opinión y dar voz al usuario final.
Nuevos canales de comunicación, nuevos riesgos
No todo son ventajas, estas vías de comunicaciones nuevas, abiertas y sin filtros han creado una ventana a la difusión de bulos y difamación sin precedentes, la necesidad de opinar ha normalizado la difusión de “fake news” creadas de forma deliberada para dañar la imagen de las marcas u organizaciones.
La clave del efecto generado por las noticias falsas es la forma de consumo de información en las redes sociales, el usuario busca información especialmente impactante para compartir mediante la imagen y el titular, pocas veces accede a leer el contenido íntegro de la noticia y mucho menos la contrasta la información en otros medios.
Como cuidar la reputación frente a la posverdad
La reputación de una marca en la era de la posverdad se ha vuelto un valor completamente volátil. La información difundida que afecta a una empresa va a tener impacto se ajusten o no a la realidad, los usuarios han elegido voluntariamente sesgar la información que reciben en función de la opinión que quieren recibir. Ahora es tan importante la realidad como lo que la audiencia cree que es verdad, generar contenido negativo para la reputación de una marca es tan simple como crear la información falsa que los propios detractores quieren escuchar y difundir.
La máxima para combatir esta situación es contarlo todo, asegurarse de comunicar cada detalle por pequeño que sea para conseguir que la imagen de la marca en el imaginario colectivo se asemeje lo máximo posible a la real. Además, la comunicación debe ser efectiva y en tiempo real, hay que utilizar canales que resulten efectivos para contactar con la audiencia. Cada segundo cuenta, hay que estar preparado para contrarrestar un bulo desde el primer segundo que aparece en los muros de los usuarios.
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